lunes, 25 de enero de 2021

Emilia la Canastera, gitana y mártir

Pocos conocen su historia, ni siquiera dentro de la comunidad gitana de la que formó parte. Hoy, 82 años después de su muerte en una cárcel, privada de cuidados, es una mujer prácticamente olvidada, de la que no oiremos mención alguna. Sin embargo, la suya es una de esas miles de historias desgraciadas y tristes, terribles, que muestran el horror y el dolor humano en el discurrir trágico de la guerra. Sin ella pretenderlo se ha convertido en la primera mujer gitana del mundo en ser declarada mártir por la iglesia católica. Aunque para mi, lo más importante es la dimensión humana de su historia y las circunstancias que le tocó vivir a esta mujer a muy temprana edad, víctima de una guerra que, como en tantos otros casos, no era la suya.   

                                   LA PRIMERA GITANA MÁRTIR EN TODO EL MUNDO

Emilia Fernández Rodríguez nació en 1914 en Tíjola (Almería) y se crio en las humildes cuevas de la parte alta de la ciudad donde no  pudo aprender a leer ni a escribir pero sus padres le enseñaron el arte de hacer canastas, que vendía para poder subsistir (de ahí el sobrenombre de “La Canastera”).
Tras estallar la Guerra Civil la vida de aquellos gitanos no debió sufrir más alteración que las propias de las circunstancias. No huyeron, sino que continuaron viviendo donde lo habían estado haciendo, sin alcanzar a comprender qué había iniciado la contienda ni las razones de que continuara.
En 1938 Emilia contrae matrimonio por el rito gitano con Juan Cortés. Cuando éste fue llamado para incorporarse al frente por el bando republicano- de hecho no quería combatir en ningún bando-, el matrimonio fingió que Juan era ciego. Descubierto el engaño un tiempo después, el matrimonio fue detenido. 
Emilia ingresó en la cárcel almeriense de Gachas Colorás, y fue condenada a seis años de prisión. En la cárcel, ya embarazada, las mujeres que estaban presas con ella la ayudaron en todo lo que pudieron. Pidió a una catequista que le enseñaran a rezar, y cuando quisieron que delatara a quien lo había hecho, se negó en rotundo, por lo que fue aislada y abandonada en una celda. Allí sobre un jergón de esparto, desatendida, parió a una niña, que su catequista bautizó con el nombre de Ángela, de la que nunca más se supo. El invierno, que hacía estragos en la muchacha, unido a la falta de cuidados tras el parto la llevaron finalmente a la muerte, sin denunciar a quien le había enseñado a rezar. Por mucha clemencia que solicitaron al Gobernador Civil, por su estado de gravedad, éste nunca respondió.
Así el 25 de enero de 1939, tres meses antes del final de la guerra, fallecía Emilia, a los 24 años de edad, por “infección puerperal añadido a un cuadro de bronconeumonía”, según consta en el certificado médico. 
Fue enterrada en una fosa común del cementerio de Almería, aunque sus restos no han podido ser identificados. 
Pero lo que nunca pudo imaginar aquella joven es que casi 80 años después, el 25 de marzo de 2017, lo que ocurrió en aquella cárcel haría historia pues Emilia la Canastera ha sido la primera mujer gitana en todo el mundo a la que la iglesia católica ha convertido en mártir. Su marido, Juan Cortés, quedó libre cuando las tropas de Franco llegaron a Almería.