Ella quería ser enterrada junto a él y para ello emprendió una lucha que ha durado casi ocho décadas.
Ningún Gobierno, de ningún signo, la ayudó a encontrar los restos de su padre Timote para darle una sepultura digna. Por eso, con 88 años viajó hasta Argentina en busca de justicia y gracias a ello consiguió que fuera exhumado e identificado.
Una mujer de enorme dignidad que demostró que hay personas que son más grandes que sus Gobiernos.