EL SOCIALISTA JULIAN BESTEIRO ("El santo laico") FALLECIA EL 27 DE SEPTIEMBRE DE 1940.
Hoy nadie lo recuerda. Para él no hay memoria histórica, ni dentro ni fuera del PSOE, cuando fue un destacado dirigente del mismo y una de las personalidades intelectual y personalmente más honestas y decentes que ha dado la política española.
Nacido en 1870, ocupó importantes cargos de responsabilidad: fue presidente del PSOE desde 1925 al 1931, Presidente de las Cortes en la II República (desde julio de 1931 a octubre de 1933) y perteneció al Consejo Nacional de Defensa en marzo de 1939, siendo por cierto el único consejero que permaneció en Madrid a la entrada del ejército de Franco.
Ferozmente combatido por los prietistas y caballeristas del PSOE, Besteiro, un hombre moderado, defensor de la democracia, la libertad y ajeno a todos los radicalismos (de cualquier signo) se vio definitivamente desplazado de la deriva totalitaria bolchevique en la que estaba cayendo la dirección socialista. Intuyendo que el vencedor de la lucha fratricida nunca sería la democracia, se lamentaba de que "los españoles nos estemos asesinando de una manera estúpida, por unos motivos todavía más estúpidos y criminales".
Su integridad hizo que cuando todos corrieran hacia Valencia, él se quedase en Madrid, con el pueblo al que se debía y que mayoritariamente le había votado en las elecciones de febrero del 36, aun sabiendo que ponía en peligro su vida.
Por desgracia, los feroces ataques de sus correligionarios socialistas se vieron finalmente continuados por la crueldad de los franquistas. En su juicio se quiso ver un juicio no a su persona, sino al PSOE y su papel en la guerra. Condenado a muerte, se le conmutó por 30 años de reclusión, pero su estancia en la prisión de Carmona, ya anciano y muy enfermo, fue aún más penosa, vejatoria y cruel que la propia muerte.
Así, el 27 de septiembre, de 1940, fallecía Julián Besteiro Fernández, en Carmona (Sevilla). Tiempo después, Serrano Suñer, un jerarca del franquismo llegó a reconocer que "dejarle morir en prisión fue por nuestra parte un acto torpe y desconsiderado". Y desde el exilio Indalecio Prieto, que lo calificó de “santo laico”, reconocía que “ningún socialista fue tan ferozmente combatido como él por sus propios compañeros”.
En y por su memoria, quede aquí este recordatorio de un gran socialista y destacado político que supo, como nadie analizar su presente y vislumbrar el futuro. Un espejo en el que deberían mirarse muchos políticos, de entonces y de ahora.