Se ve que no sabemos, o no queremos saber, dónde soltar los neumáticos usados y los vamos arrojando en cualquier lugar, véase por ejemplo en el cauce del río Hozgarganta (a su paso por la Pasada de Alcalá, justo bajo el puente), o en el borde de la vía férrea, entre la Bordalla y el Alcachofar. Lo de la concienciación medioambiental se ve que cae una y otra vez en saco roto, o en mentes vacías, que lo mismo da. Como sólo caben dos medidas, habrá que perseverar en ellas: por un lado, educación y concienciación en el respeto de lo que es de todos, y por otro, extremar las medidas de vigilancia para detectar estas infracciones y endurecer la normativa de protección medioambiental para que no se prodiguen hechos de esta naturaleza.